sábado, 6 de agosto de 2011

AÑO DEL MAGO RÍTMICO BLANCO (2011-2012)

Reiteradamente pensamos o nos escuchamos decir que el mundo está en crisis, que la humanidad está en un momento crítico en todos los niveles. Apenas levantamos la mirada de esa idea abrumadora y llena de sombras, recordamos que una crisis no es en sí otra cosa que la transición hacia otro estado del ser o de la conciencia, y el grado de dolor o sentido de pérdida que vivamos en ese proceso depende siempre de cuán preparados estamos para desapegarnos, para dejar ir lo que nunca fue nuestro verdaderamente, lo que no nos es esencial.

Los Mayas hicieron sus cálculos astronómicos y nos dejaron dicho que al final de un ciclo siempre hay crisis, que es la oportunidad de abrirse al cambio para ascender, para evolucionar en el plano individual o en el de la especie toda. Hoy los Neo-Mayas aprovechan y revitalizan ese saber, y proponen una medición del Tiempo que tenga en cuenta no solo el ciclo de 365 días de la Tierra alrededor de su estrella central, sino también las trece lunaciones del año con sus 364 días totales, y la especial ubicación del Sistema Solar en la Galaxia, que desde nuestra mirada terrestre se percibe como la alineación del Sol con la estrella Sirio, que se produce en el gregoriano 26-7.

Al combinar el comienzo del Calendario Neo-Maya de Trece Lunas con la Cuenta Sagrada de 260 días llamada Tzolkin, se observa que hay una energía particular que vibra en ese inicio de año y que impregna con su contenido simbólico y su propuesta concreta el desarrollo de todo el ciclo que va desde el 26-7-11 al 24-7-12. Por eso se dice desde esta perspectiva que está comenzando el Año del Mago Rítmico Blanco.

Mago Rítmico o 6-Mago nos invita a encarar la crisis individual y mundial, y buscar el equilibrio necesario para empezar a encauzar estas fuerzas hacia el cambio tan esperado, hacia el momento en que tomemos conciencia de que estamos más allá de la transición y caminando ya por una vivencia distinta de lo que podamos denominar realidad, ya sea la externa o la que construimos en el interior de nuestra conciencia (y que tarde o temprano proyectamos a nuestro alrededor). Ese equilibrio debería ser natural, un balanceo de fuerzas que encuentran unidad interna en su dualidad, un movimiento armonioso que sobreviene cuando uno descubre que un propósito determinado no está desmembrado de sus propios desafíos, sino que el objetivo claro y los obstáculos eventuales son un todo, una realidad necesaria e incluso dispuesta a enseñarnos una verdad.

Este equilibrio, que no es una idealización ni una formulación teórica, este ritmo natural de las cosas que dejamos fluir desde lo más profundo del ser, atrae una clave para aflojar la tensión entre el período de transición y la nueva realidad a asumir tras la crisis. Esa clave está en desprendernos del Pasado en cuanto a la carga del sufrimiento y sentimientos de culpa que acarreamos a lo largo de estos años previos, y del Futuro en cuanto a miedos y ansiedades relacionados con el salto a un estado desconocido del ser, cuya consecución pase por un temido Fin del Mundo marcado por horrorosos cataclismos y el dolor de muertes masivas.

Entre la carga emocional de lo pasado y la expectativa temerosa de lo por venir se ubica un Presente absolutamente claro, luminoso y verdadero. Estamos entonces en el mejor momento y el mejor lugar, aunque nuestra emocionalidad nos diga que no, aunque nuestro ego se resista: Aquí y Ahora. Sólo en este preciso espacio del mundo, sólo en este mismísimo instante puedo tomar conciencia de quién soy, a dónde voy, para qué tengo lo que tengo, cómo debo seguir caminando; sólo así puedo conocerme, sólo así puedo amarme, sólo así puedo aprender a amar al otro.

Centrados en ese Presente atemporal y continuo, asumimos nuestro propio poder personal, la fuerza de nuestro espíritu, nuestra esencia divina y maravillosa que pulsa desde dentro para iluminar los aspectos todavía sombríos del ego. Nada forzado, todo natural, fluyendo como un ritmo profundo que nos mueve a actuar, o al menos a preparar todo lo necesario para el gran momento del Salto. Cerramos los ojos para aislarnos un momento de las imágenes ilusorias del entorno, descubrimos una luz en nuestro corazón, y desde esa fuente iluminamos nuestra mirada interior, la que nos lleva a vernos tal cual somos, a descubrir la verdad que está detrás de las máscaras que lucen los demás, a encontrarnos definitivamente en el corazón de los otros.

Todo esto y mucho más es el Mago Rítmico Blanco, punto de equilibrio en el camino donde la mera emocionalidad busca transformarse en sentimientos positivos, donde lo femenino moviliza su ternura y suavidad, donde la vida fluye naturalmente como un río hacia el gran mar que nos espera como individuos y como especie. Es mi deseo compartir con ustedes esta propuesta del Nuevo Año, y enviarles todas las bendiciones para que cada uno en su fuero personal encuentre su propio aprendizaje, y para que todos como grupo humano oigamos este ritmo del corazón que nos acerca y nos alienta a seguir creciendo.

IN LAK’ ECH!

(“Yo soy otro Tú”)

Gustavo J. Famá

Serpiente Cristal Roja

Dali 1 de la Luna Magnética

del Año del Mago Rítmico Blanco

(26-7-2011)