jueves, 21 de agosto de 2008

VII El FIN SUPREMO

VII - EL FIN SUPREMO

Hombre, mi hermano, ten fe en tu destino, porque es grande. Naciste con facultades

incultas, aspiraciones infinitas, y la eternidad se te consagra para desarrollar las unas y

satisfacer las otras. Crecer de vida en vida, alumbrarte por el estudio, purificarte por el dolor,

adquirir una ciencia siempre más vasta, calidades siempre más nobles; he aquí lo que está

reservado para ti. Dios hizo más todavía por ti, te dio los medios de colaborar en su obra; de

participar en la ley del progreso ilimitado, abriendo nuevas vías a tus semejantes, elevando

a tus hermanos, atrayéndoles a ti, iniciándoles a los esplendores de la verdad y de la

belleza, a las sublimes armonías del universo. ¿No es eso crear, transformar almas y

2

N. del T.: Sócrates, filósofo griego defendía la existencia e inmortalidad del alma, sabia de los premios y castigos del bien y

el mal en las vidas futuras y que creía en la reencarnación. Fue condenado a muerte por los atenienses, acusado de

ateísmo. En aquellos tiempos, 400 años antes de Cristo, la pena de muerte consistía en el envenenamiento por cicuta


mundos? ¿Y este trabajo inmenso y fértil en goces, no es preferible a un descanso triste y
estéril? ¡Colaborar con Dios! ¡Hacer en todo y por todas partes el bien, la justicia! ¡Qué hay
más grande, más digno para tu espíritu inmortal!
Eleva pues tu mirada y abraza las perspectivas vastas de tu futuro. Saca de este
espectáculo la energía necesaria para afrontar los vientos y las tormentas del mundo.
Marcha, valiente, luchador, sube la pendiente que conduce a estas cimas que se llama
virtud, deber, sacrificio. No te pares por el camino a recoger las florecillas del matorral, a
jugar con las piedras doradas. Adelante ¡siempre adelante!
¿Ves en los cielos espléndidos estos astros resplandecientes, esos soles innumerables
llevando, en sus evoluciones prodigiosas, brillantes comitivas de planetas? ¡Qué de siglos
acumulados no hizo falta para formarlos! ¡Qué de siglos no serán necesarios para
disolverlos! ¡Pues bien! Un día vendrá donde todos estos fuegos serán apagados, o estos
mundos gigantescos se desvanecerán para hacer sitio a globos nuevos, a otras familias de
astros que emergerán de las profundidades. Nada de esto que vieras hoy existirá más. El
viento de los espacios barrerá para siempre el polvo de estos mundos usados; pero tú,
vivirás siempre, persiguiendo tu marcha eterna en el seno de una creación sin cesar
renovada. ¿Que serán entonces para tu alma depurada y engrandecida, las sombras y las
preocupaciones del presente? Accidentes efímeros de nuestra carrera, no dejarán en el
fondo de nuestra memoria más que tristes o dulces recuerdos. Ante el horizonte infinito de la
inmortalidad, los dolores del presente, las pruebas sufridas serán como nube fugitiva en
medio de un cielo sereno.
Mide pues las cosas de la Tierra en su valor justo. No las desprecies sin duda, porque
son necesarias para tu progreso, y tu misión es contribuir a su perfeccionamiento
perfeccionándote tú mismo, pero no ates exclusivamente a eso tu alma y busca ante todo
las enseñanzas que contienen. Por ellas, comprenderás que el fin de la vida no es el goce,
ni la felicidad, sino más bien por medio del trabajo, del estudio y del cumplimiento del deber,
el desarrollo de esta alma, de esta personalidad a la que reencontrarás más allá de la
tumba, tal, como tú mismo le habrás dado forma en el curso de tu existencia terrestre.
VIII - PRUEBAS EXPERIMENTALES
La solución que acabamos de dar a los problemas de la vida está basada en la lógica
más rigurosa. Está conforme con las creencias de los grandes genios de la antigüedad, con
las enseñanzas de Sócrates, de Platón, de Origène, de los druidas, cuyas visiones
profundas, hoy reconstituidas por la historia, confundían al espíritu humano, veinte siglos
atrás. Formó el fondo de las filosofías de Oriente. Inspiró obras y actos sublimes; nuestros
padres los galos3 sacaban de ello su indomable coraje, su desprecio a la muerte. En los
tiempos modernos, ha sido profesada por Juan Reynaud, Enrique Martín, Esquirros, Pierre
Leroux, Victor Hugo, etc.
Sin embargo, a pesar de su carácter absolutamente racional, a pesar de la autoridad de
las tradiciones en las cuales reposan, estas concepciones serían cualificadas de hipótesis
puras y confinadas al dominio de la imaginación, si no pudiéramos sentarlas en una base
inquebrantable, en experiencias directas y sensibles.
Cansado de teorías y sistemas, el espíritu humano, ante toda afirmación nueva,
reclama hoy pruebas. El Espiritismo experimental nos aporta estas pruebas de la existencia
del alma, de su inmortalidad, nos aporta materiales, evidencias, basta con observar
fríamente, seriamente, estudiar con perseverancia los fenómenos psíquicos, para
convencerse de su realidad, de su importancia; para sentir las vastas consecuencias que
3 N. del T.: Los galos eran los habitantes de la Galia, en la actualidad Francia. Léon Denis era francés, de ahí la mención a
los galos como sus padres o antepasados.


tendrá, desde el punto de vista de las de las transformaciones sociales, aportando una base
positiva, un sólido punto de apoyo a las leyes morales, al ideal de justicia sin el cual ninguna
civilización puede engrandecerse.
Las almas de los muertos se nos revelan a los humanos. Manifiestan su presencia,
dialogan con nosotros, nos inician a los misterios de las vidas renacientes, a los esplendores
de ese futuro que será el nuestro.
Hay aquí un hecho real, muy poco conocido y demasiado a menudo dudoso. Las
experiencias del Espiritismo han sido acogidas por el sarcasmo, y todos los que se
ocuparon de ello al principio han sido burlados, ridiculizados, considerados como locos.
Tal fue en todos los tiempos la suerte de las ideas nuevas, la acogida reservada para
los grandes descubrimientos. Consideramos como trivial el uso de las mesas giratorias; pero
las leyes más grandes del universo, las fuerzas más poderosas de la naturaleza, no se
revelaron de manera más imponente. ¿No fue gracias a los experimentos realizados sobre
ranas que se descubrió la electricidad? La caída de una manzana demostraba la atracción
universal, y la ebullición de una marmita, la acción del vapor. En cuanto a ser tachados de
locos, los espíritas comparten sobre este punto la suerte de Salomón de Caus4, de Harvey5,
de Galvani6 y de tantos otros hombres sabios.
Cosa digna de observación: la inmensa mayoría de los que critican apasionadamente
estos fenómenos ni los observaron ni los estudiaron, o bien lo hicieron superficialmente;
mientras que en el número de los que los conocen y afirman su existencia, contamos con los
sabios más grandes de la época. Como tales están, entre estos últimos, en Inglaterra: Sir W.
Crookes, miembro de la Sociedad Real de Londres, físico eminente a quien se debe el
descubrimiento de la materia radiante; Russel Wallace, competidor de Darwin; Warley,
ingeniero jefe de los telégrafos; F. Myers, presidente de la Psychical Research Society; O.
Lodge, rector de la Universidad de Birmingham; en América, el jurisconsulto Edmunds,
presidente del Senado; el profesor Mappes, de la Academia nacional; en Alemania: el
astrónomo Zoellner; en Francia: Camille Flammarion, el doctor Peul Gibier, alumno de
Pasteur, Vacquerie, Eugenio Nus, C. Fauvety, el Coronel de Rochas, el profesor Ch. Richet,
miembro del instituto, el doctor Maxwell, fiscal general de la Corte de Apelación de Burdeos.
En Italia el profesor Lombroso célebre después de haber discutido mucho tiempo la
posibilidad de los hechos espiritistas, después de estudio, ha reconocido públicamente la
realidad. ¡Qué se diga de qué lado está la garantía de un examen serio, de madura
reflexión! Galileo, a aquellos qué negaban el movimiento de la Tierra respondía "¡Y sin
embargo, se mueve!" Crookes se pronuncia así respecto a los hechos espiritistas: "no digo
que esto puede ser, digo que esto es”. La verdad, calificada de utopía al principio acaba
siempre por prevaler.
Constatamos sin embargo que la actitud de la prensa respecto a estos ha cambiado
sensiblemente. Ya no se burla, no los ridiculiza; divisa en ello hay algo serio. Los grandes
periódicos de París, Le Figaro, Le Matin, L'Eclair, Le Journal, Le Petit Parisien, etc., publican
frecuentemente artículos importantes sobre estas materias. La doctrina del espiritualismo
experimental se difunde en el mundo con una rapidez prodigiosa. En Estados Unidos, sus
adeptos se cuentan por millones; En Europa ha iniciado, y hasta en los lugares más lejanos,
se fundan sociedades de investigación, aparecen numerosas publicaciones. Un instituto
metapsíquico ha sido fundado en París, con concurso del Estado, para el estudio
experimental de estos hechos.
El concurso de sujetos particularmente dotados es indispensable para la obtención de
los fenómenos psíquicos. Los Espíritus no pueden actuar sobre los cuerpos materiales y
4 Ingeniero francés. (1576-1626) debemos considerarle como el verdadero inventor de la máquina de vapor.
5 Médico inglés. Descubrió la circulación de la sangre. (1578-1657).
6 Psiquiatra italiano (1737-1798).


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golpear nuestros sentidos sin una provisión de fluido verdadero que toman de estos sujetos,
llamados médium. Todo el mundo posee rudimentos de mediumnidad, que se desarrolla por
el trabajo y el ejercicio.
El alma, en su existencia de ultratumba, no es privada de forma. Posee un cuerpo
fluídico, de materia vaporosa y quintaesenciada, nombrada periespíritu, que preexiste y
sobrevive al cuerpo material, y es a la vez su red, el modelo y el motor. Este periespíritu o
cuerpo fluídico posee todo un organismo sutil, y es por su acción, combinada con fluido vital
de los médium, que el Espíritu se les manifiesta a los humanos, deja oír golpes, desplaza
objetos, se comunica con nosotros por signos convenidos. En ciertos casos, hasta puede
hacerse visible, tangible, producir de la escritura directa, mensajes, y hasta impresiones y
moldeados de su envoltorio materializado. Todos estos hechos han sido observados millares
de veces por los sabios que ya nombramos y por personas de todo rango, de toda edad y de
todo país. Prueban experimentalmente la existencia, alrededor nuestro, de un mundo
invisible, poblado de las almas que dejaron la Tierra, entre las que se encuentran aquellas a
las que conocimos, amamos, y con las que nos reuniremos un día. Son ellas quienes nos
enseñan la filosofía consoladora y grandiosa de donde no hemos esbozado más que sus
rasgos esenciales.
Y qué se sabe que estas manifestaciones, consideradas, por tantos hombres -bajo el
efecto de los perjuicios estrechos- como extrañas, anormales, imposibles; estas
manifestaciones siempre existieron. Relaciones continuas unieron el mundo de los espíritus
con el mundo de los vivos. La historia da fe de ello. La aparición de Samuel a Saul, el genio
familiar de Sócrates, los de Tasso7 y de Jérôme Cardan8, las voces de Juana de Arco,
tantos otros hechos análogos, proceden de las mismas causas. Solamente, lo que se
consideraba en otro tiempo como sobrenatural y milagroso se presenta hoy con un carácter
racional, como un conjunto de hechos regidos por leyes rigurosas, cuyo estudio origina en
nosotros una convicción profunda y alumbrada.
El mundo invisible es, en realidad, sólo la prolongación del mundo visible. Más allá de
los límites trazados por nuestros sentidos, hay formas de la materia y de la vida de las que
la ciencia entiende cada vez más como posibles, desde que el descubrimiento de la materia
radiante, la aplicación de los rayos X, los trabajos de Hertz sobre la telegrafía sin hilo, de
Lockyer sobre las nebulosas, los de Becquerel, Curie, Lebon sobre la radioactividad de los
cuerpos, le abrió todo un dominio ignorado de la naturaleza.
Los hechos espiritistas están lejos de ser despreciables, constituyen una de las
revoluciones más grandes intelectuales y morales que se hayan producido en la historia del
globo. Son el argumento más importante que se pueda oponer al materialismo. La certeza
de revivir más allá de la tumba, en la plenitud de nuestras facultades y de nuestra
conciencia, hace desaparecer el fantasma de la muerte. El conocimiento de las situaciones
felices o penosas, hechas a los Espíritus por sus buenas o malas acciones, es una acción
poderosa y moral. La perspectiva de los progresos infinitos, conquistas intelectuales, que
esperan a todos los seres y los llevan hacia destinos comunes, puede sólo acercar a los
hombres, unirles por lazos fraternales. La doctrina del Espiritismo experimental es la única
filosofía positiva que responde a todas las necesidades morales de la humanidad.
IX - RESUMEN Y CONCLUSIÓN
En resumen, los principios que emanan del Espiritismo, los principios enseñados por los
Espíritus desencarnados, -mucho mejor posicionados que nosotros para discernir la verdadson
los siguientes:
7 Poeta italiano (1544-1595).
8 Matemático, médico y filósofo italiano. (1501-1576)
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Existencia de Dios, inteligencia directriz, ley viva, alma del universo, unidad suprema
donde vienen a desembocar y a armonizarse todas las relaciones, el inmenso hogar de las
perfecciones de donde irradian y se difunden en el infinito todas las fuerzas morales: ¡
Justicia, Sabiduría, Amor!
Inmortalidad del alma, esencia espiritual que cierra en el estado de germen todas las
facultades, todas fuerzas; que están destinadas a ser desarrolladas por el trabajo,
encarnándose en mundos materiales, elevándose por existencias sucesivas e innumerables,
de grado en grado, hasta la perfección.
Comunión de vivos y muertos; acción recíproca de unos sobre otros: permanencia de
las relaciones entre ambos tipos de mundo; solidaridad de todos los seres, idénticos en su
origen y en sus fines, diferentes solamente por su situación pasajera: unos en estado de
Espíritus, libres en el espacio, otros, revestidos de un envoltorio perecedero, pero que pasa
alternativamente de un estado al otro, la muerte no es más que un período pasajero entre
dos existencias terrestres.
Progreso infinito, Justicia eterna, Sanción moral; el alma misma, con la libertad de sus
actos y su responsabilidad, crea su futuro; según su estado normal, los fluidos groseros o
sutiles que componen su periespíritu y que fueron atraídos por sus costumbres y sus
tendencias; estos fluidos, sometidos a la ley universal de atracción y de gravedad, lo
arrastran hacia los globos inferiores, hacia los mundos de dolor donde sufre, expía, gana el
perdón del pasado, donde la materia impera menos, donde reinan la armonía, la felicidad. El
alma, en su vida superior y perfecta, colabora con Dios, forma los mundos, dirige sus
evoluciones, vela por el progreso de las humanidades, por el cumplimiento de las leyes
eternas.
Tales son las enseñanzas que el Espiritismo experimental nos aporta. No son otros que
los del Cristianismo primitivo, liberado de las formas de un culto material, despojado de los
dogmas, las interpretaciones falsas, los errores, bajo los cuales los hombres pusieron los
velos, retorno irreconocible a la filosofía de Cristo.
La nueva doctrina, revelando la existencia de un mundo espiritual e invisible, también
real, tan vivo como el nuestro, abre al pensamiento humano el horizonte ante el cual éste
todavía vacila, desconcertado, deslumbrado. Pero las relaciones que esta revelación facilita
entre los muertos y nosotros, los consuelos, los estímulos que emanan de ello, la certeza de
reencontrar nuevamente a aquellos a los que considerábamos para siempre perdidos, de
recibir de ellos las enseñanzas supremas, todo esto constituye un conjunto de fuerzas, de
recursos morales que el hombre no sabría ignorar o despreciar sin peligro para sí.
Sin embargo, a pesar del alto valor de esta doctrina, el hombre de este siglo,
profundamente escéptico, entumecido en sus perjuicios, no habría prestado apenas
atención a ello, si los hechos no hubieran venido a apoyarlos. Para golpear el espíritu
humano, superficial e indiferente, eran necesarias manifestaciones materiales y ruidosas. Es
por eso que, hacia 1850 y en lugares diversos, muebles de toda forma se ven bambolear,
los muros resuenan con golpes sonoros, cuerpos pesados se desplazan, contrariamente a
las leyes físicas conocidas; pero, después de esta primera fase grosera, los fenómenos
espiritistas se volvieron cada vez más inteligentes. Los hechos de orden psíquica (del griego
psuckè, alma) sucedieron a las manifestaciones físicas; los médium, escribientes, oradores,
sonámbulos, curanderos, se revelaron, recibiendo mecánica o intuitivamente inspiraciones
cuya causa estaba fuera de ellos, apariciones visibles y tangibles se produjeron, y la
existencia de los Espíritus se volvió indiscutible para todo el observador a quien no cegaba
el prejuicio.
Así apareció en la humanidad la nueva creencia; apretada de una parte sobre las
tradiciones del pasado, sobre la universalidad de principios que se encuentra en la fuente de
todas las religiones y en la inmensa mayoría de las filosofías, de la otra sobre testimonios
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innumerables y psicológicos, sobre hechos observados en todos los países por hombres de
toda condición.
Cosa notable, esta ciencia, esta filosofía nueva, simple y accesible a todos, libre de
todo aparato o forma de culto, esta ciencia llega cuando las costumbres se corrompen,
donde los lazos sociales se aflojan; donde el viejo mundo yerra a la ventura, sin freno, sin
ideal, sin ley moral, como una embarcación privada de timón flota a merced de los vientos.
Todo hombre que observa y reflexiona no puede disimular que la sociedad moderna
atraviesa una crisis temible. Una descomposición profunda la roe sordamente. El odio que
divide las clases y el ánimo del lucro, el deseo de los goces, se vuelven día tras día más
agrios, más ardientes. Queremos poseer cueste lo que cueste. Cualquier medio es bueno
para conseguir el bienestar, la fortuna, único fin que se considera digno en la vida. Tales
aspiraciones pueden producir sólo dos consecuencias: el egoísmo despiadado en los
felices, la desesperación y la rebelión entre los infortunados. La situación de los
necesitados, de los humildes es dolorosa, y demasiado a menudo éstos, sumergidos en una
noche moral cuando ningún consuelo luce, buscan en el suicidio el fin de sus dolores.
El espectáculo de las desigualdades sociales, los sufrimientos de unos opuestos a las
alegrías aparentes, a la indiferencia de otros, este espectáculo atiza entre los desheredados
codicias ardientes. La reivindicación de los bienes materiales se acentúa. Qué las masas
profundas se levanten, y el mundo quizá se mueva por convulsiones atroces.
La ciencia es impotente para conjurar el dolor, levantar los caracteres, vendar las
heridas de los combatientes de la vida. En realidad, hay apenas en nuestra época sólo unas
ciencias especiales a ciertas áreas de la naturaleza, reuniendo hechos, aportando al espíritu
humano una suma de conocimientos limpios. Así es como las ciencias naturales
prodigiosamente se enriquecieron desde hace medio siglo, pero estas construcciones
dispersas necesitan el lazo, la unidad, la armonía. La ciencia por excelencia, la que de la
serie de los hechos, concluirá la causa que los produce, la que debe enlazar otra vez, unir
estas ciencias diversas en una gran y magnífica síntesis, hacer brotar una concepción
general de la vida, fijar nuestros destinos, deducir una ley moral, una base de mejoramiento
social, esta ciencia universal e indispensable, todavía no existe.
Si las religiones agonizan, si la fe envejecida muere, si la ciencia es impotente para
abastecer al hombre del ideal necesario, regular su marcha, para mejorar las sociedades,
¿será todo desesperación?
No, porque una doctrina de paz, de fraternidad y de progreso se levanta sobre el mundo
turbado, viene a apaciguar los odios salvajes, a calmar las pasiones, para enseñar a todos
la solidaridad, el perdón, la bondad.
Ofrece a la ciencia esta síntesis esperada sin la cual ésta sería para siempre estéril.
Triunfa sobre la muerte y, más allá de esta vida de pruebas y dolores, despierta al espíritu
las perspectivas radiantes de un progreso ilimitado en la inmortalidad.
Dice a todos ellos: venid, os calentaré, os consolaré; os daré una vida más dulce, el
coraje y la paciencia serán más fáciles, las pruebas más soportables. Alumbraré con un rayo
poderoso vuestro oscuro y tortuoso camino. A los que sufren doy la esperanza; a los que
buscan, la luz; a los que dudan y desesperan, la certeza y la fe.
Dice a todos: Sed hermanos, ayudaos, sosteneos en vuestra marcha colectiva. Vuestro
fin esta lejos de este mundo material y transitorio; está en el porvenir espiritual que os unirá
a todos como los miembros de una gran familia, al abrigo del sufrimiento, de las
necesidades y de los males sin fin. ¡Merecedlo pues por el esfuerzo de vuestro trabajo!
La humanidad se levantará grande y fuerte el día en que esta doctrina, fuente infinita de
consuelos, sea comprendida y aceptada. Aquel día, la envidia y el odio se apagarán en el
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corazón de los pequeños; el poderoso, sabiendo que fue débil, y que puede volver a serlo,
que su riqueza es sólo un préstamo de arriba, se volverá más caritativo, más dulce con sus
hermanos desgraciados. La ciencia, completada, fecundada por la nueva filosofía,
desterrará de ella las supersticiones, las tinieblas. Ya no más ateos, no más escépticos. Una
fe simple, amplia y fraternal, se extenderá sobre las naciones, terminarán sus
resentimientos, sus rivalidades profundas, La Tierra, liberada de las plagas que la devoran,
persiguiendo su ascensión moral, se elevará en un grado en la escala de los mundos.
Hay que recordar que en cada uno de nosotros duermen inútiles, improductivas,
riquezas infinitas. De ahí, nuestra indigencia aparente, nuestra tristeza y, a veces hasta el
asco de la vida. Pero abrid vuestro corazón, dejad entrar en él el rayo, el soplo regenerador,
y entonces una vida más intensa y más bella se despertará en vosotros. Encontrareis placer
en mil cosas que os eran indiferentes, y que serán el encanto de vuestros días. Os sentiréis
crecer, marchareis por la existencia con paso más firme, más seguro, y vuestra alma se
convertirá como un templo lleno de luz, de esplendor y de armonía. (Léon Denis. Extracto del
libro Juana de Arco médium.)
El Espiritismo se ha difundido. Ha invadido el mundo. Primero despreciado,
deshonrado, acabó por llamar la atención, por despertar el interés. Todos los a los que no
retenían el abono de los prejuicios y de la rutina y que lo abordaron con franqueza, han sido
conquistados por él. Ahora, penetra por todas partes, se sienta en todas las mesas, toma
asiento en todos los hogares. A su llamamiento, las fortalezas viejas y seculares, la ciencia y
la iglesia, cerradas herméticamente hasta ahora, bajan sus murallas, entreabren sus salidas.
Pronto se impondrá como un maestro. (León Denis. Extracto del libro En lo Invisible.)